miércoles, 4 de julio de 2007

Anatomía del espíritu


La biografía se convierte en biología


Nuestro cuerpo contiene nuestra historia, todos los acontecimientos y relaciones de nuestra vida. A medida que avanza, nuestra salud biológica se va convirtiendo en un relato biográfico vivo que expresa nuestras fuerzas, debilidades, esperanzas y temores. Todos los pensamientos que hemos tenido han viajado por nuestro organismo biológico y activado una reacción fisiológica. Algunos pensamientos son descargas intensas: el miedo, por ejemplo, activa todos los sistemas corporales; el estómago se tensa, el ritmo cardíaco se acelera y el cuerpo puede empezar a sudar. Un pensamiento amoroso puede relajar todo el cuerpo y acelerar el proceso de curación de cualquier enfermedad.


La negatividad nos guía a la enfermedad


Todos tenemos sentimientos negativos, pero no toda actitud negativa produce enfermedad. Para crear la enfermedad, las emociones negativas tienen que ser dominantes. Pero lo peor de todo es saber que un pensamiento negativo es tóxico y, aún así, darle permiso para que se instale y crezca en nuestra conciencia. Por ejemplo, una persona puede saber que necesita perdonar a alguien, pero decide que continuar enfadado le da más poder sobre la otra persona. Lo cierto es que persistir obsesivamente en el enfado la hace más propensa a desarrollar una enfermedad, porque la consecuencia energética del enfado acaba restándole poder. Y el poder es esencial para sanar y conservar la salud. Las actitudes que generan sensación de impotencia no solo conducen a una falta de estima propia, sino que también agotan la energía del cuerpo físico y debilitan la salud general. En eso consiste precisamente el segundo principio: el poder personal es necesario para la salud.


La importancia del poder personal


Muchas personas desarrollan una enfermedad cuando pierden algo que para ellas representa poder, como el dinero, un trabajo o a alguien a quien han investido de su poder o de su identidad, como puede ser la pareja o un hijo. Nuestra relación con el poder está en el núcleo de la salud. Cuando interiorizamos algo como símbolo de poder (dinero, autoridad, belleza, fama, seguridad, amistades o afectos) y éste siente que adquiere más, nuestro sistema biológico recibe el mensaje de que está entrando poder y control en el cuerpo: "tengo poder y todo está bien".

Las personas que llenan nuestra vida y las decisiones que tomamos en cada momento son expresiones y símbolos de nuestro poder personal. En incontables situaciones y relaciones, la dinámica que funciona por debajo es la negociación del poder: quién lo tiene en ese momento y cómo podemos mantener nuestra participación en él.

Sin embargo, sólo una reflexión profunda y espiritual afianzará el tipo de cosas que nos otorgan un poder personal efectivo y descartará aquellas otras que no son más que una adicción que nos produce más sufrimiento (y enfermedad) que satisfacción y armonía (salud). Por ello, es necesario tomar conciencia de lo que nos da poder. La curación de cualquier enfermedad sa facilita identificando nuestros símbolos de poder y escuchando los mensajes que el cuerpo y las intuiciones nos envían acerca de ellos.


Sé espiritualmente coherente


Al tiempo que reconoces lo que te da poder real, es importante saber también qué (y no quién) te quita poder. Comprende que la persona que parece estar agotándote la energía, en realidad es una parte de ti mismo. Por ejemplo, si tienes envidia de alguien, lo importante no es ese alguien, sino el lado oscuro de tu naturaleza que se refleja en él. En realidad, esa persona te puede servir de maestra, además de motivarte a superarte en tu propio camino. Conseguir salud, felicidad y equilibrio energético se reduce a centrar más la atención en lo positivo que en lo negativo de tu vida y a vivir de una manera espiritualmente coherente.


Se consecuente: vive lo que crees.

Crece con los cambios. La vida pasa por fases de transformación difíciles y por fases de paz. Aprende a avanzar con la corriente del cambio en lugar de resistirte o intentar impedir que ocurra.

No esperes a que te den la felicidad: alcanzarla es una actitud y una responsabilidad interior y personal.

Aprende de la vida, pues es esencialmente una experiencia de aprendizaje. Todos los retos y relaciones contienen algún mensaje que vale la pena aprender y enseñar a otras personas.

Emplea la energía positiva; ésta funciona con más eficacia y radio de acción que la energía negativa en todas y cada una de las situaciones.

Vive el momento presente y practica el perdón cuando sea necesario.


Autora: Caroline Myss, periodista y escritora. Autora de La medicina de la energía,

El poder invisible y El contrato sagrado



Una reflexión necesaria


Si sientes excesiva preocupación, insatisfacción, experimentas un cansancio mental o físico inexplicable al acostarte o, peor aún, al principio del día; si te enfadas con facilidad y eres propenso a los achaques en general, necesitas un chequeo en profundidad de tu estado energético. Para ello revisa estas áreas de tu vida.


  • Síntomas físicos: Observa dónde y cuándo sientes el malestar, dolor, cansancio, etc...

  • Hábitos mentales: Presta atención a tu vocabulario (exageración, victimismo...), exceso de queja, crítica, etc...

  • Relaciones con los demás: ¿Funcionan bien?¿Con quién surgen los conflictos?¿Por qué?

  • Alimentación: Observa si llevas una dieta sana y natural o, por el contrario, estás cayendo en un abuso de azúcares, grasas, comida basura, exceso de carne, etc...

  • Práctica espiritual: ¿El amor guia tus actos, tus palabras, tu pensamiento?¿Eres coherente con tus creencias religiosas o espirituales?¿Las practicas?

  • Trabajo: ¿Te dedicas a lo que te gusta?¿Lo que haces te realiza o resulta de algún modo útil al mundo? o tal vez ¿sientes que no tienes tiempo para lo que de verdad te gustaría hacer?

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